Cubrir una bandeja de horno con papel vegetal. Reservar aparte. Tamizar la harina en cuenco grande. Añadir la sal, el azúcar y la levadura. Mezclar muy bien. Añadir la mantequilla y pellizcarla junto con la mezcla de harina hasta que esté perfectamente integrada.
Hacer un agujero en el centro de la mezcla de harina con mantequilla, añadir un poco del agua templada y remover con un tenedor. Ir añadiendo agua poco a poco hasta que se forme una bola y podáis amasarla con las manos. Puede que os sobre agua, o incluso que necesitéis un poco más. Depende del grado de absorción de la harina. En mi caso me bastó con 200 ml, pero en la receta original eran 225.
Espolvorear harina en una superficie de trabajo y amasar hasta obtener una textura elástica, blanda y que no se os pegue a las manos. Formar una bola con la masa y dejar levar en un cuenco ligeramente aceitado y tapada con un paño.Lo ideal es un lugar templado en el que no haya corrientes de aire (un horno calentado a temperatura mini unos minutos es perfecto). Precalentar el horno a 210º
Cuando la masa haya doblado su tamaño, aplastarla, darle forma de bola y dividirla en 10 porciones. Formar pequeñas bolitas y disponerlas bastante espaciadas sobre la bandeja de horno que hemos preparado. Tapar con un paño y dejar levar de nuevo unos 30 min o hasta que hayan doblado de tamaño (si al presionar ligeramente con un dedo veis que regresa a su forma, están listos).
Pintar los panecillos con la mezcla de agua con sal (imprescindible para que la corteza sea ligeramente crujiente), y si queréis, hacer un corte central con un cuchillo. Ya solo queda hornear durante unos 15 o 20 min, hasta que estén dorados y al golpearles el "trasero" suenen a hueco. Conservar en una bolsa de tela (nunca en el frigo) un día o dos máximo. También se pueden congelar, tan solo tendréis que darles un golpe de horno para que estén más buenos.
Comentarios de los miembros:
Muy rico