Mi madre nunca ha sido de cocinar mucha pasta, en realidad, aparte de los fideos para la sopa y la fideuá, sólo los macarrones están presentes en su despensa. Por eso es de esperar que si sólo cocina macarrones, sus macarrones estén realmente ricos. Y lo están! y si no que se lo pregunten a sus nietos!
Primero hervimos la pasta añadiendo al agua de cocción una pastilla de caldo y un poco de colorante alimentario. Cuando la pasta esté lista, la escurrimos y la reservamos en una fuente de horno.
En una sartén ponemos un dedo de aceite de oliva y en él rehogamos la magra cortada en dados pequeños, las longanizas troceadas y los piñones.
Cuando empiece a tostarse la carne, añadimos la cebolla picada (no muy picada, los trozos deben quedar de un poco menos de un centímetro cuadrado, así que más que 'picada', debería haber dicho 'troceada fina') y una pastilla de caldo troceada.
Cuando la cebolla empiece a dorarse, se añade el tomate, el orégano y un poco de pimienta molida.
Dejamos que se termine de hacer todo junto y cuando esté lo echamos por encima de la pasta reservada (incluido el aceite). Removemos un poco para que se mezcle la salsa con la pasta.
Precalentamos el horno a 200ºC y horneamos la pasta hasta que algunas puntitas de los macarrones estén un poco doradas.