¿Por qué nunca debes guardar latas de conserva abiertas en la nevera?

¿Por qué nunca debes guardar latas de conserva abiertas en la nevera?

Has decidido preparar una lasaña casera. Cortas las verduras, doras la carne, y, cuando llega el momento clave, abres una lata de tomate en conserva. Usas una parte para la salsa, pero no toda. Sin pensarlo demasiado, guardas la lata abierta en la nevera, tal vez con la tapa apenas apoyada o cubierta con un trozo de papel de aluminio. Mañana –o quizás pasado– la terminarás. La intención de no desperdiciar comida es buena, la práctica no tanto.

Es un gesto automático, casi instintivo, repetido en hogares de todo el mundo. Al fin y al cabo, si el tomate ya llevaba meses en la lata, ¿qué daño podría hacerle un par de días más en la nevera? Esta práctica, aunque parece inofensiva, puede tener implicaciones significativas para la calidad y seguridad de los alimentos que consumimos. Hay pequeños detalles en la cocina que, sin darnos cuenta, pueden marcar la diferencia entre una buena práctica y asumir un riesgo innecesario. Porque lo que parece una solución práctica puede estar desencadenando algo que no vemos, que no olemos y, que puede suponer un riesgo para la salud de nuestra familia. Comprender estos peligros es esencial para adoptar hábitos más seguros en la conservación de alimentos.


Proliferación de bacterias y hongos

Al abrir una lata de conserva, se rompe el sello hermético que mantiene el alimento estéril, exponiéndolo al oxígeno y creando un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias y hongos que pueden ser malignos para nuestra salud.


Migración de metales al alimento

Las latas de conserva están fabricadas principalmente de metales como el aluminio, hojalata o el acero, y suelen tener un revestimiento interno para evitar el contacto directo entre el metal y los alimentos. Sin embargo, una vez abierta la lata, este revestimiento puede dañarse, especialmente si se almacenan alimentos ácidos como tomates o frutas cítricas. Esta acidez puede provocar la migración de metales al alimento, afectando su sabor y potencialmente representando un riesgo para la salud. Aunque la cantidad de metal transferida suele ser mínima, es recomendable evitar esta práctica para garantizar la pureza y seguridad de los alimentos.


Contaminación por bisfenol A (BPA)

El bisfenol A (BPA) es una sustancia química utilizada en la fabricación de ciertos plásticos y resinas, incluyendo el revestimiento interno de algunas latas de conserva. Estudios han demostrado que el BPA puede migrar del envase al alimento, especialmente cuando se almacenan alimentos ácidos o grasos en latas abiertas. La exposición al BPA se ha asociado con efectos adversos en la salud, como alteraciones hormonales y riesgos aumentados de contraer ciertas enfermedades.


Pérdida de calidad y absorción de olores

Además de los riesgos para la salud, almacenar alimentos en latas abiertas puede afectar negativamente su calidad y cualidades organolépticas. El contacto prolongado con el aire puede provocar la oxidación del alimento, alterando su sabor, textura, aspecto y valor nutricional. Por ejemplo, una lata de atún parcialmente consumida y almacenada en la nevera puede presentar una superficie reseca y cambios en el sabor debido a la exposición al aire. Asimismo, las latas abiertas pueden absorber olores de otros alimentos en el refrigerador, afectando el perfil sensorial del producto original.


Recomendaciones generales para un almacenamiento seguro

  • Transferencia inmediata: Después de abrir una lata de conserva, transfiere el contenido no consumido a un recipiente con tapa hermética para evitar la exposición al aire, contaminación cruza y la absorción de olores. Opta por tápers o recipientes de vidrio o plástico (libres de BPA) aptos para alimentos. Guarda el alimento que te ha sobrado junto con el líquido que contiene la lata.
  • Etiquetado y fecha: Marca el recipiente con la fecha de apertura para llevar un control del tiempo de almacenamiento y evitar consumir alimentos en mal estado.
  • Consumo oportuno: Los alimentos transferidos deben consumirse en un plazo de 2 a 3 días y mantenerse refrigerados a temperaturas entre 1°C y 4°C.
  • Higiene rigurosa: Asegúrate de que los recipientes utilizados estén limpios y secos antes de almacenar los alimentos, y evita la contaminación cruzada manteniendo separados los alimentos crudos de los cocidos.

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PatriciaPatricia
Apasionada por la cocina y el buen comer, mi vida se mueve entre palabras bien escogidas y cucharas de madera. Responsable pero despistada. Periodista y redactora con años de experiencia, encontré mi rincón ideal en Francia, donde trabajo como redactora para Petitchef. Me encantan el Bœuf bourguignon pero echo de menos el salmorejo de mi madre. Aquí combino mi amor por la escritura y los sabores suculentos para servir recetas e historias sobre cocina que espero te inspiren. La tortilla, me gusta con cebolla y poco hecha : )