El café de la mañana suele ser un ritual sagrado para muchos de nosotros, ¡y es difícil levantarse con buen pie sin él! Tanto si lo prefieres solo como con leche, azúcar o incluso un toque de nata, hay un pequeño truco que podría transformar tu experiencia gustativa: añade una pizca de sal. Sí, así es. Puede parecer una práctica extraña, pero esconde beneficios insospechados.