Trastornos de la conducta alimentaria: desmontando cinco ideas erróneas

Comer puede convertirse en una carga para muchas personas. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son patologías complejas que no solo afectan a los hábitos alimenticios, sino también al estado psicológico y emocional de quienes los padecen. Estos trastornos están rodeados de estereotipos que generan ideas preconcebidas, dificultando su reconocimiento y tratamiento adecuado. Deconstruir estas creencias es esencial para ofrecer un mejor apoyo a las personas afectadas y fomentar un enfoque terapéutico efectivo. A continuación, desmontamos cinco ideas erróneas comunes sobre los TCA.
1. Un problema que solo afecta a mujeres jóvenes
Es un error frecuente pensar que los TCA son exclusivos de adolescentes y mujeres jóvenes. Sin embargo, estas patologías pueden afectar a personas de cualquier edad, género y origen. Según datos de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios (ANAD, por sus siglas en inglés), entre el 10 % y el 25 % de los casos corresponde a hombres. Pese a ello, el diagnóstico en ellos suele retrasarse debido a los estereotipos de género. Además, los TCA pueden manifestarse en niños prepúberes y en personas mayores, especialmente después de eventos estresantes o cambios significativos en sus vidas.
2. Todo gira en torno a la comida
Reducir los TCA a comportamientos anómalos relacionados con la alimentación es simplificar una problemática mucho más profunda. En realidad, estos trastornos son expresiones de un intenso malestar psicológico. Para muchas personas, comer o evitar comer se convierte en un mecanismo para gestionar emociones difíciles como la ansiedad, la culpa o el vacío emocional. Por ejemplo, la anorexia puede surgir como una forma de controlar un entorno que se percibe como caótico, mientras que la bulimia o el trastorno por atracón pueden responder a heridas emocionales no resueltas.
3. Las personas con TCA están inevitablemente delgadas
La creencia de que solo los cuerpos extremadamente delgados evidencian un TCA es no solo errónea, sino también peligrosa. Muchas personas que padecen bulimia o trastorno por atracón tienen un peso considerado “normal” o incluso presentan sobrepeso. Este estereotipo invisibiliza numerosos casos y retrasa su diagnóstico. Los TCA no se definen por la apariencia física, sino por la relación alterada con la comida y el cuerpo, independientemente de la complexión de la persona afectada.
4. Es una simple cuestión de elección o capricho
Asumir que los TCA son el resultado de una decisión consciente minimiza la gravedad de estas patologías y puede generar sentimientos de culpa en quienes los sufren. Los TCA no son elecciones, sino enfermedades complejas que surgen de una interacción entre factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Estudios del Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica (INSERM, por sus siglas en francés) han identificado una predisposición genética en algunos casos de TCA. Además, influyen factores como la presión social relacionada con el cuerpo, traumas emocionales y dinámicas familiares conflictivas. Es fundamental ofrecer apoyo y comprensión en lugar de emitir juicios.
5. La recuperación es siempre completa
Si bien los TCA pueden tratarse, la recuperación suele ser un proceso largo y no exento de dificultades. Algunas personas logran reconstruir una relación saludable con la comida y su cuerpo, pero otras pueden seguir siendo vulnerables en situaciones de estrés. Además, las secuelas físicas (como problemas digestivos) y emocionales (como una percepción alterada de la imagen corporal) pueden perdurar a lo largo del tiempo. Reconocer estas realidades permite brindar un apoyo más empático y efectivo.