Dejar las rebanadas de pan remojadas en horchata toda la noche (o unas horas), para que se empapen bien.
Pasarlas por huevo y freirlas en el aceite de girasol. El porqué de utilizar aceite girasol es para evitar que el aceite de oliva, indiscutible, le quite protagonismo a la horchata y que se mantenga lo más puro posible su sabor.
Hacer unas ?falsas natillas?, utilizando más horchata, un poco de harina de maíz, una yema, una cucharita de azúcar y todo bien mezclado, ponerlo a cocer hasta que espese lo suficiente para tener el aspecto de auténticas natillas.
Servirlas cubiertas con un poco de azúcar glasé y un chorrito de la ilustre preparación anterior, no demasiado ya que en esta receta lo importante son las torrijas, absolutamente cremosas.