Hacer un pequeño corte en las castañas y ponerlas en una olla con agua caliente escaldándolas unos 10 minutos. Pelar las castañas quitándoles también la piel fina que las recubre con mucho cuidado para que no se rompan. Yo aconsejo ir sacándolas de la cazuela de una en una para que no se enfríen, pues si se enfrían no hay quien las pele sin romperlas, al menos es la conclusión a la que yo he llegado.
Preparamos un almíbar ligero con el agua, el azúcar, el palo de canela y la canela en polvo a nuestro gusto. Cuando esté hecho el almíbar, sacamos el palo de canela e incorporamos las castañas peladas. Las cocemos, a fuego suave, durante unos 10 minutos, o hasta que veamos que han perdido cierta dureza sin llegar a romperse.
Tendremos preparados unas pinzas, las tapas y los botes donde las vamos a envasar, los cuales habremos esterilizado, hirviéndoles en una olla con agua, con antelación. Con las pinzas vamos sacando los botes y las tapas y depositándolos sobre un trapo limpio. Inmediatamente vamos poniendo las castañas en ellos, una por una y con cuidado de no romperlas, hasta que llenemos el bote. Añadimos el almíbar hasta que están cubiertas. Tapamos. Repetimos hasta rellenar todos los botes. A continuación herviremos los botes así cerrados durante unos 10-15 minutos más. Los sacamos y los dejamos enfriar.