La parrilla, plancha o el horno son lo más parecido a cocinar en una barbacoa, con algunas diferencias claro, pero para los que no tenemos una en casa son un buen sustituto.
Es un método sano de comer, que nos permite preparar los alimentos haciendo que su sabor sea el auténtico protagonista, sin otras distracciones, solo con unas gotas de aceite y sal, pero para conseguirlo además de la calidad de los ingredientes también es muy importante la del utensilio que escojamos, y para hacerlo acertadamente hay algunas cosas que viene bien saber.
Tenemos varias opciones y cada una de ellas tiene pros y contras, son las siguientes:
Parrilla estriada o plancha grill: al estar acanaladas evitan que las verduras y carnes estén en contacto con el líquido que sueltan, de manera que evitan que cuezan en lugar de asarse.
Plancha lisa: sin estrías, las verduras y carnes estarán en contacto son sus propios jugos, lo que hará que sobre todo las verduras nos queden blandas y nada crujientes, más adecuadas para pescados que suelen pegarse más y son más complicados de manipular sin romperse.
Plancha o grill eléctricos: un regalo muy socorrido que no siempre cumple con las expectativas, para que sea eficiente debe tener suficiente potencia para que alcance una buena temperatura y la mantenga estable durante su uso, si tiene poca o fluctuante no alcanzaremos el punto óptimo de asado y los alimentos quedarán cocidos.
Sartén antiadherente: a falta de parrilla también puede ser una buena solución, pero interesa que no sea muy honda o los líquidos no se evaporarán y quedarán concentrados en el fondo, haciendo también en este caso que los alimentos queden más cocidos que asados.
Horno: en realidad es lo más parecido a una barbacoa que tenemos en casa, pero dado que tarda más, que consume más energía y limpiarlo es más engorroso, en mi opinión no compensa.
Dejando el horno aparte, en todos los casos es importante que tengan una buena capa antiadherente, eso hará que necesitemos usar muy poco aceite, los alimentos se peguen menos y sea más fácil su limpieza, aunque esto último depende de que lo hagamos o no correctamente, para ello debemos dejar que se enfríen del todo antes de limpiarlas, si están muy sucias es bueno dejarlas un rato en remojo con detergente y utilizar un estropajo que no raye, si es una esponja mejor, también se puede usar el lavavajillas teniendo la precaución de que no haya nada que pueda arañarlas durante el lavado, aunque eso puede acortar su vida útil.
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