Introducimos el azúcar y la piel de limón en el vaso y pulverizamos 10 segundos, velocidad 10. Añadimos la manteca, el aceite, el zumo, las yemas y la canela y mezclamos en velocidad 4 hasta que quede más o menos uniforme, quedarán grumitos de la manteca, pero no pasa nada.
Incorporamos unos 600 g de harina y mezclamos en velocidad 6. Repetimos con unos 200 g. más de harina. Cuando veamos que a la máquina le cuesta, la paramos y vertemos la masa a un bol grande.
No os preocupéis si está pegajosa, con lo que quede en el vaso pegado, echaremos unos 100 g más de harina y volveremos a programas velocidad 6. De esta forma se desprenderá la masa de las cuchillas y ya no se pegará, echamos esta masa junto a la otra y añadimos la harina que falta para el kilo. Terminamos de amasar a mano.
Precalentamos el horno a unos 200º. Colocamos papel sulfurizado sobre una placa de horno. Reservamos.
Para estirar la masa podemos hacerlo sobre una superficie enharinada, pero a mí mi madre desde pequeña me enseñó a hacerlo con un abolsa de plástico de estas transparentes, que nos suelen dar con el pan o con la fruta, debe estar bien limpia y hay que abrirla, cortando un lateral y el fondo.
Vamos tomando porciones de masa y las ponemos sobre la bolsa y cubrimos doblándola, aplanamos con un rodillo hasta que quede de un grosor de 1 cm más o menos, levantamos la bolsa de encima de la masa y con los moldes vamos formando los crespells y los vamos colocando sobre la placa de horno.
Para hacer robiols, cogemos una porción de masa del tamaño de una pelota de golf, ponemos sobre la bolsa y cubrimos con esta misma. Aplanamos hasta obtener un grosor de medio centímetro más o menos, levantamos la bolsa y colocamos una cucharada del relleno en el centro.