Ponemos a calentar, en una cazuela, el zumo de un limón y el edulcorante. Mientras, lavamos las fresas y las secamos bien. Las quitamos los rabos y las partimos, cada una, en unos 8 trozos.
Ya estará el zumo caliente y colocaremos las fresas. Cuando empiece a hervir, bajamos el fuego y dejamos que se hagan despacio unos 30 minutos. Con el zumo que sueltan las fresas no suele ser necesario añadir agua pero si vemos que espesa demasiado echamos un poco. Cuando estén hechas lo sabremos porque se habrán deshecho. Dejaremos que espese a nuestro gusto, con el edulcorante no espesará mas al enfriar, como pasa si la preparamos con azúcar.
Ponemos los botes de cristal en fila y rellenamos con la mermelada recién hecha. Para que no se rompan los botes la vamos poniendo, con ayuda de un cucharón, de forma alternativa hasta llenar todos, hasta el borde. Cerramos y ponemos boca abajo, de esta forma haremos el vacío para que se conserve bien.
Ya no recuerdo cuando compré mermelada por última vez. Es algo que se hace rápido y sobre todo, a nuestro gusto. Yo suelo usar azúcar moreno de caña, pero esta vez la he puesto edulcorante.
Lo primero que hay que hacer es esterilizar los botes que vayamos a usar, para ello herviremos por separado los botes y las tapas. Hay que poner un paño de cocina en la cazuela donde hervimos los botes de cristal para que no choquen y se rompan. Esto lo haremos mientras se hace la mermelada.