En una sartén, freír a fuego lento el ajo con el aceite de oliva y después añadir la guindilla, el orégano y los tomates.
Mezclar con cuidado para no romper los tomates pues se saldrán los granos y amargaran la salsa. Dejando los tomates enteros y dejando la mezcla cocinar lentamente se consigue una salsa dulce y agradable.
Llevar a ebullición. Bajar el fuego y cocer durante una hora. Agregar el vinagre. Triturar la salsa de tomate (filtrarla para quitar la piel y las pepitas).
Añadir la albahaca o mejorana (o ambas), probar y sazonar. Añadir 2 ó 3 cs de vuestro mejor aceite de oliva virgen.
Comentarios de los miembros:
Excelente por su manera de explicar los pasos, y además por ser gran cocienro
Muy didactico