Desmenuzar la levadura, disolverla en el ½ vaso de agua tibia y mezclar con una taza de harina que cogemos del kilo. Cubrir con un paño y dejar en reposo hasta que doble el tamaño. Poner la harina en la mesa de trabajo, hacer un agujero en el centro y poner en él la manteca derretida, el aceite con la pizca de pimentón, el vino, el agua y la leche, se mezcla con las manos y se incorpora la masa fermentada por la levadura. Una vez mezclado todo, se incorpora un pellizco de azúcar, sal y un huevo batido. Se trabaja bien con las manos hasta que quede una masa que se desprenda fácilmente de las manos. Con un rodillo se estira cada una de las porciones hasta conseguir una extensión suficiente para cubrir la bandeja, se espolvorea ligeramente con harina, y se cubre con una de las porciones de masa, procurando que sobresalgan los bordes ligeramente. Se reparte por encima el membrillo, un poco de mermelada de ciruela. Se cubre con la otra parte de la masa. Ahora, se pincelan los bordes con un poco de de agua, y se van cerrando presionando con los dedos, recortando la masa sobrante. Pincelar ahora toda la superficie con huevo batido, y pincharla varias veces con un tenedor. Poner el horno a 180 º C y colocar la bandeja en la parte media, durante 40 minutos.