Cortar las pieles sin retirar la membrana blanca.Poner los trozos en una cacerola de fondo pesado y cubrirlos con abundante agua fría.Llevar a ebullición y retirarlo.
Repetir esta operación dos o tres veces para eliminar el amargor de la piel y después escurrirla.
Pesa la piel y ponla en una cacerola con el mismo peso de azúcar.
Cóclea a fuego lento hasta que el azúcar se haya disuelta y prosigue la cocción una hora hasta que este traslucida.
Escurrela y secala en una rejilla metálica colocada sobre una bandeja.
La piel tardará un par de días en escurrirse.Dale la vuelta al cabo de doce horas.