Escurrir los tomates del aceite y picarlos con el accesorio triturador de la batidora. Rallamos una parte del queso y la otra la troceamos en pedacitos.
Batir los huevos e ir añadiendo la harina primero y la levadura después, hasta tener una pasta uniforme. Incorporar poco a poco la leche mientras vamos mezclando, de forma que la masa quede homogénea. Agregamos una pizca de sal y una cucharadita de orégano. A continuación añadimos el aceite y nuevamente removemos hasta que la masa esté completamente mezclada. Por último, añadimos los tomates secos, el queso rallado y en trozos.
Engrasamos (con un poco de aceite) y enharinamos los tarros, que llenaremos con la pasta hasta un poco más de la mitad. Introducimos al horno (sin tapa) precalentado a 180ºC. Cuando veamos que casi están hechos, sacamos del horno y en caliente, ponemos la tapa y colocamos el tarro bocabajo, hasta que se enfríen del todo.
El efecto vacío que se produce, permite que podamos guardar los cakes en la despensa durante varios meses, de manera que los podemos disfrutar como si estuviesen recién hechos.