Lavar y cepillar los limones. Hacer un incisión en forma de cruz a los limones, como si fuéramos a cortarlos a cuartos pero sin que la incisión llega al final y los gajos se aguanten por un punto.
Rellenamos cada limón con un cucharada de sal gorda.
A continuación metemos los limones dentro de los tarros esterilizados, alternando capas de sal con los limones.
Metemos las hiebas entre la sal y los limones.
Apretamos los limones con una cuchara de madera para hacer espacio y para que los limones suelten su jugo, ponemos más sal por encima.
Acabamos de llenar cada frasco con agua caliente, la que quepa después de que los limnes haya dejado ir su jugo.