El truco definitivo que cambiará tu forma de comprar pescado

En las bulliciosas plazas de abastos de España, el ir y venir de compradores y vendedores, crea un ambiente vibrante, lleno de productos y ofertas que merece la pena ser vivido. Entre los puestos, el pescado fresco brilla con su característico resplandor, invitando a ser parte de nuestras mesas. Sin embargo, surge una pregunta común: ¿estamos seguros de que sabemos lo que estamos comprando?
Muchas veces, elegimos el pescado por intuición, confiando en la recomendación del pescadero o en la receta concreta que tenemos en mente. Pero, ¿y si te dijera que podrías estar equivocándote al clasificar un pescado blanco o azul? Esta diferencia, que a simple vista parece un detalle sin importancia, tiene un impacto enorme en el sabor, la textura e incluso en los beneficios nutricionales que obtenemos.
Hay un truco que te permitirá identificar ante qué tipo de pescado estamos en segundos. No tiene que ver con el color de la piel ni con la textura de la carne. Y, cuando lo descubras, te preguntarás cómo no te habías fijado antes.
Más que sabor: el valor nutricional del pescado
El pescado es una piedra angular de la gastronomía española, tanto en el norte como en el sur, y su presencia en la dieta mediterránea lo convierte en un alimento imprescindible.
Los pescados blancos, como la merluza, el bacalao fresco o el lenguado, son conocidos por su carne magra, su bajo contenido en grasa y su suavidad en boca. Son ideales para dietas ligeras y para preparaciones que requieren sutileza, como la merluza en salsa verde o el rape a la gallega.
Los pescados azules, como la sardina, el atún o el bonito, son más grasos, pero en el mejor sentido de la palabra. Contienen una cantidad significativa de ácidos grasos omega-3, beneficiosos para el corazón y el cerebro. "El atún rojo, por ejemplo, es una joya gastronómica y nutricional", comenta el prestigioso chef Ángel León, conocido popularmente como "el Chef del Mar".
Pero lo cierto es que de nada sirve conocer el valor nutricional de los pescados si no sabemos cómo identificar cuál estamos comprando. La diferencia es tan clara que, una vez la descubras, nunca más te volverás a confundir.
El truco definitivo para distinguir un pescado azul de uno blanco en segundos
Ahora que conocemos las diferencias nutricionales y gastronómicas entre estos pescados, llega la pregunta clave: ¿cómo diferenciarlos rápidamente cuando estamos en la pescadería? Aunque muchos miran el color de la piel o la textura de la carne, hay un truco infalible que nunca falla.
Los pescados blancos, que pasan la mayor parte de su vida en aguas profundas y no necesitan grandes desplazamientos, tienen colas redondeadas o rectas. Su anatomía refleja su vida tranquila en el fondo del mar.
En cambio, los pescados azules son nadadores incansables que recorren grandes distancias en busca de alimento. Por eso, su cola tiene forma de "V" o de flecha, diseñada para moverse con velocidad y resistencia en el océano.
La próxima vez que vayas a la pescadería, observa las colas de los pescados y acertarás sin dudar. Con este truco en mente, y con el conocimiento de cómo cocinarlos, estarás listo para disfrutar de lo mejor que el mar ofrece.
Cómo cocinar cada tipo de pescado para sacar lo mejor de ellos
Ahora, que tenemos la calve para distinguir entre un pescado u otro veamos cómo tratarlos en cocina para disfrutar al máximo de cada pieza.
El pescado blanco, al ser más delicado, se adapta bien a preparaciones como el horno, la plancha o el papillote, donde su textura se mantiene jugosa sin necesidad de mucho aceite. Karlos Arguiñano, quien ha enseñado a generaciones de españoles a cocinar, siempre recomienda la merluza al horno con patatas panadera: "Sencilla, rápida y perfecta para cualquier día de la semana".
El pescado azul, por su parte, tolera cocciones más agresivas, como la parrilla o el escabeche. Unas sardinas a la brasa en un chiringuito andaluz son un ejemplo claro de cómo el fuego realza su sabor intenso. Además, el bonito del norte es una estrella en platos como el marmitako, un guiso marinero que combina este pescado con patatas, pimientos y cebolla, creando un plato reconfortante y lleno de carácter.
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