En un cazo ponemos la manteca de cerdo y derretimos a fuego suave. Por otro lado, en un bol, ponemos la harina, la sal y añadimos el vino blanco y la manteca de cerdo derretida. Mezclamos hasta juntar todos los ingredientes.
Ponemos sobre una encimera y amasamos hasta amalgamar bien todos los ingredientes. Obtendremos una masa brillante, tierna y fácil de manejar.
Se extiende con un rodillo hasta dejarla de 1 ó 2 cm (dependiendo del gusto) y cortamos con un cortapastas redondo o de diferentes formas.
Colocamos en una bandeja de horno forrada con papel vegetal y horneamos a 180º
Para comprobar si están hechos, cojemos una pieza, y la abrimos por la mitad para ver si ya están horneados.