Empezaremos cortando los extremos y pelando el calabacín.
Una vez pelado el calabacín, procedemos a rallarlo.
Ahora ponemos el calabacín rallado en un colador y presionamos para que el calabacín suelte la mayor cantidad de agua posible.
Una vez que tenemos el calabacín bien escurrido lo añadimos a un recipiente amplio. Y en ese mismo recipiente añadimos también, el pan rallado, el queso parmesano rallado, una pizquita de sal, una pizca de pimienta, una cucharada de ajo en polvo, una cucharada de cebolla en polvo, una cucharada de perejil picado y un huevo. Mezclamos bien hasta integrar todos los ingredientes. Si queréis para que os resulte más fácil podéis mezclarlo con las manos. Amasaremos hasta conseguir una masa compacta y homogénea.
A continuación, vamos cogiendo porciones de la masa y vamos dándole forma redonda. Yo voy a hacer unas albóndigas ni muy grandes ni muy pequeñas, vosotros hacerlas del tamaño que queráis.
Cuando ya le hemos dado forma a todas las albóndigas, ponemos un chorrito de aceite en una sartén y vamos friendo las albóndigas. Las freiremos a fuego medio hasta que estén doraditas. Después las ponemos en un plato con papel absorbente y reservamos.
Ahora nos ponemos con la salsa, yo voy a hacer una salsa de tomate muy simple, para ello, cortamos finamente un diente de ajo y lo incorporamos a la sartén donde hemos hecho las albóndigas.
Mientras se dora el ajo, vamos a trocear una cebolla o cebolleta en trocitos pequeños, y cuando el ajo empiece a coger color añadimos la cebolleta, le ponemos pizca de sal y dejamos que se vaya pochando a fuego medio.
Cuando ya esté bien pochada, añadimos el tomate triturado le ponemos una pizca de sal y dejamos que se cocine unos 15 o 20 minutos.
Pasado ese tiempo, procedemos a triturar la salsa. Y una vez triturada la llevamos de nuevo a la sartén e incorporamos las albóndigas.
Dejaremos que se cocinen unos 5 minutos a fuego medio-bajo.