Introducir la carne cortada a taquitos en un bol grande y cubrir con vino lo suficiente para que la carne se impregne con el. Dejar macerar durante un par de horas en el frigorífico tapada con un film de plástico.
Retirar la carne del bol y secar muy bien con un papel de cocina. Calentar un chorrito de aceite de oliva en una cacerola de fondo grueso, y dorar la carne por todos los lados. Si es necesario, hacerlo por tandas para que se dore bien y no hierva.
Espolvorear con la harina y remover para que la carne se impregne. Incorporar los dientes de ajo y el ramito de aromáticas. Salpimentar, y regar con el vino lo suficiente para cubrir la carne. En teoría os sobrará un poquito para tomar una copita antes de cenar.
Llevar a ebullición, tapar y cocinar a fuego muy lento durante una hora o hasta que la carne esté tierna.
Incorporar la cebolla, los champiñones y las zanahorias, sin remover, para que se hagan practicamente con el vapor del guiso (me gusta añadirlas tarde porque de este modo no se llegan a deshacer, odio la verdura super cocida!!, además conservan su bello color). Tapar de nuevo y continuar la cocción una hora más.