Laváis las patatas, las secáis y las dejáis con la piel. Las envolvéis en papel albal, disminuye el tiempo de horno y aumente el calor en la patata. Las metéis en el horno y las ponéis como a 200ºC, si tenéis una chimenea encendida, el lujo es mayor y las enterráis entre las brasas.
Las vais pinchando con un tenedor y cuando notéis que se clava sin ejercer resistencia, estarán listas. Es mejor que las patatas sean pequeñas; las de tamaño grande tardan más en hacerse y se hornean por fuera y no por dentro. Cuando están asadas, quitáis el papel albal, las partís por la mitad y extendéis la salsa que ahora os explico.
La salsa: En un mortero (o almirez), ponéis ajo pelado y en trozos, dos o tres guindillas rojas y secas (cayenas), cuantas más pongais, más os picarán las orejas, a mí por lo menos, la pimienta negra, el perejil, seco también os vale, sal al gusto y aceite. Cuando esté todo bien machacado lo extendéis sobre las patatas y ya tenéis un aperitivo muy fácil.