Las pechugas de pollo siempre se suelen comer de las mismas tres ó cuatro, formas. Es el momento de empezar a inventarnos modalidades un poco diferentes, sin grandes inversiones, ni económicas ni temporales, pero como siempre muy ricas.
Bien, ponemos el horno a calentar por arriba y por abajo a 170ºC. E
n la placa de horno ponemos un chorrito de aceite y colocamos la cebollita cortada en juliana, o sea, en tiras finitas, con un poco de sal y pimienta recién molida.
En una esquina ponemos el laurel, clavo, canela y un trozo de corteza de limón.
Cogemos las 1/2 pechugas y las abrimos por la mitad sin llegar al final y sacar dos filetes, sino haciendo un filete grueso.
En una de las caras salpimentamos y en el otro untamos el paté. Lo cerramos y colocamos dos trocitos de panceta encima y los atravesamos con unos palillos que a su vez nos sirve para cerrar las pechugas.
La panceta más que para dar sabor es para que no se seque demasiado la carne y la grasilla sirva para mantenerla jugosa.
Las colocamos encima de la cebolla y ponemos por encima un poco de comino, pimienta negra y orégano.
Rociamos con el vino y colocamos en la base el 1/2 vaso de agua.
En el horno, cuando la panceta esté crujiente y la pechuga doradita, está listo. No tardará más de 35 ó 40 minutos.
Iremos rociando con el jugo de vez en cuando por encima de las pechugas.
Comentarios de los miembros:
Me gusta la mezcla de sabores, diferente.