Hoy os traigo una nueva forma de cocinar y presentar la pasta. La verdad es que el sabor es muy parecido al sabor que puede tener si lo hacemos en la sartén, pero os aconsejo que los hagáis y así podéis disfrutar de un nuevo plato con el queso rallado derretido encima de la pasta.
En este caso he empleado pasta al huevo, la podéis encontrar en cualquier supermercado en la zona de refrigerados. La verdad es que personalmente me gusta más esta pasta que la seca, pero tiene dos inconvenientes, que es más cara y que la fecha de caducidad es mucho menor, por lo que casi siempre cocino con la otra que es la que más a mano tengo en casa.
Lo primero que hacéis es poner a cocer la pasta con un poco de sal, las hojas de laurel y un chorrito de aceite. Mirad en el paquete que el fabricante os dirá el tiempo que tiene que estar cociendo, ya que es menor que si la pasta fuera seca. Una vez que está cocida, la sacáis y la escurrís.
El siguiente paso es preparar el tomate como a mí ya no me quedaba casero, utilicé tomate triturado. Eché en una sartén un chorro de aceite, puse el ajo, el pimiento y la cebolla en trozos pequeños para que se pocharan y cuando estaban listo añadí el tomate, sal y un poco de azúcar para quitar la acidez y lo tuve unos veinte minutos. Una vez que estaba listo lo pasé por la batidora, aunque este paso es optativo, si queréis encontraros tropezones mientras degustáis los tallarines saltaros este paso.
Ahora llega la hora de montar nuestro papillote, cogemos un trozo de papel albal y le ponemos un poco de tomate, le echamos los tallarines por encina, más tomate, queso rallado al gusto, un chorrito de aceite y orégano. Lo cerramos y lo metemos al horno, que habremos precalentado a 150º, durante 20 minutos o hasta que veamos que se han inflado los paquetes. Abrimos los paquetes con mucho cuidado para no quemarnos y ya está listo nuestro plato para comer.