Preparar la ganache el día anterior. Hervir la nata, retirarla del fuego y añadir el chocolate en trocitos. Remover hasta lograr una crema uniforme. Añadir la mantequilla, la miel y, por último, el ron. Mezclar todo bien, verterlo en una fuente y enfriarlo en la nevera. Al día siguiente, batirlo con las varillas de la batidora hasta lograr una especie de mousse bastante compacta. Reservar.
Elaborar la masa de las galletas con suficiente antelación. Se trata de una especie de pastaflora, por lo que, para hacerla, mezclaremos la harina con el cacao y tamizaremos. Haremos un volcán con la mezcla y colocaremos la mantequilla en trocitos en el centro, junto con el azúcar glass también tamizado. Trabajaremos la pasta con la punta de los dedos hasta lograr una pasta blanda y un poco arenosa. Añadir el huevo ligeramente batido y el ron y trabajar con las manos hasta homogeneizar. Hacer una bola, cubrirla con film plástico y llevarla a la nevera un par de horas.
Dar forma a la masa. Estirar la masa sobre una superficie lisa y cortar circulitos con un cortapastas. Dar forma de bolita a cada circulito y colocar en una bandeja cubierta con papel de hornear, dejando unos 3 cm de espacio entre ellas.
Hornear a 170ºC, durante unos 12 minutos o hasta que se hayan dorado. Sacar del horno y colocar sobre una rejilla para que enfríen. Con una manga pastelera con boquilla fina, añadir una capa de ganache sobre la parte plana de la galletita y pegarle la parte plana de otra galletita, presionando un poquito. Ya tendremos el beso de dama.