Prepárese el repollo cortándolo fino eliminando los tronchos y partes gruesas. Píquese bien fino. Mézclese bien con sal y déjese en un colador a escurrir un par de horas.
Pasado este tiempo lávese el repollo a conciencia en agua para eliminar la sal. Repítase esto hasta que deje de ser un salitre. No lo deje en remojo por dios. Escúrrase el exceso de agua.
A continuación sepárese el caldo de los tomates y bátase con un par de dientes de ajo (un par o dos, o 3, o 5 cabezas de ajo dependiendo lo bestia que sea usted)
En el recipiente para la ensalada estrújese con las manos los tomates, añádase 1/3 de vaso de vinagre aprox. el laurel, las aceitunas partidas o no, el jugo del tomate ya preparado y el repollo. Añádase también un par de cucharadas de aceite del más maravilloso que tenga.
Mézclese todo bien y déjese reposar fuera de la nevera unas horas. Después consérvese en la nevera. Pasado un día estará inmejorable para consumir.