Mezclamos todos los ingredientes hasta hacer una masa blanda. Si se pega mucho a las manos podemos añadir más harina, poner unos 20 g más en total. Pero en cualquier caso debe quedarnos una masa muy blanda. Dejamos enfríar en la nevera tapada con film al menos una hora, para que endurezca. Si no, no podremos darles forma.
Una vez pasado este tiempo, precalentamos el horno a 180º. Vamos sacando la masa de la nevera en pequeñas porciones, ya que se ablanda enseguida. Con la porción que saquemos, hacemos un macarrón largo de 1cm de diámetro aproximadamente, y lo cortamos en trozos de unos 4-5cm.
Le redondeamos las puntas y le damos forma de media luna. Aquí en Viena venden unos moldes para que te salgan todas exactamente iguales, pero la forma tradicional de hacerlas en esta, y tiene su encanto esas pequeñas diferencias.
Las vamos colocando en una fuente con un papel de horno o bandeja antiadherente, volvemos a sacar otra porción de masa y seguimos moldeando. Las horneamos unos 15 minutos, aunque cada horno es un mundo. En cuanto empiecen a dorarse ya están listas. Tan sólo queda espolvorear con azúcar glas y azúcar avainillado cuando aún están calientes, ¡y a disfrutar!