Lavar y presionar ligeramente el diente de ajo para que se abra un poco, pero sin que se rompa.
Lavar y cortar todas las verduras a daditos pequeños.
Pochar la cebolla lentamente con un buen chorro de aceite, a poca temperatura, para que quede bien blanda, pero no se queme. Si es necesario, añadir un poco de agua si queda seca y todavía no está bien pochada.
Incorporar el ajo y la guindilla, si os gusta el picante.
Dar un par de vueltas e incorporar los pimientos y un poco de sal.
Pasados un par de minutos, añadir los champiñones y una pizca más de sal. (Tapar un momento, si queremos acelerar el proceso)
A este punto, se puede ya empezar a calentar el agua para la pasta. Salar el agua cuando esta empiece a hervir.
Cuando las champiñones hayan perdido su líquido, añadir el calabacín y rectificar de sal. Pasados 30 segundos, incorporar los tomates.
Retirar el diente de ajo. Rociar el sofrito con un chorrito de vino blanco.
Cuando el vino ya se haya evaporado, (para saberlo, basta con olerlo. Si ya no huele a vino, ya está), añadir media cucharadita de orégano y retirar del fuego.
Probar el punto de cocción de la pasta. La debemos incorporar al sofrito de verduras a media cocción, ya que se terminará de cocinar en el sofrito mismo, para que absorba mejor los sabores.
Volver a poner la paella con las verduras al fuego e incorporar la pasta. Mezclar pasta y sofrito, añadir un cucharón de agua de cocción de la pasta y remover. Repetir el proceso hasta que esté al dente.
Importante. Para que la pasta quede jugosa y realmente alla italiana, no debemos dejar que se beba completamente el jugo del sofrito. El punto justo es cuando está al dente, pero todavía conserva algo del líquido de cocción. A ese punto se añade el parmesano, se le da un par más de vueltas y se retira. Servir la pasta con un poco más de parmesano y un chorrito de aceite de oliva virgen si se desea.