Ponemos a remojo las judías, en agua, la noche anterior. Se ponen en una cazuela honda y se cubren de agua fría. Se ponen a fuego moderado y se dejan hervir. Se asa la cabeza de ajo y se añade entera a las judías. Se remueve la cazuela de vez en cuando para que no se peguen, pero sin meter una cuchara para no romperlas. Añadimos agua fría según lo vaya pidiendo, de manera que siempre estén cubiertas, un dedo por encima de las judías.
El hinojo se pincha en una juliana y se reserva. Pelamos el tomate y las pipas se le empujan. Él se rompe en finales y la cebolla y la guindilla se pinchan también en una juliana. Cuando las judías contarán una hora hirviendo añadimos el hinojo, la hoja de laurel y un poco sal y nos movemos. Añadimos también el salchichón a la guindilla en rodajitas y dos ó tres pedazos de jamón, para aportar un gusto y un poco grasa al guisado. Podríamos añadir un tocino, una costa, una oreja. Esto se queda según el gusto de cada uno y a la grasa que se quiere aportar.
Mientras tanto ponemos aceite en una sartén y hacemos un refrito con la cebolla, el pimiento y el tomate. Cuando esté todo bien pochado, se le añade un poco de sal, pimienta, azafrán y comino al gusto. Se retira la sartén del fuego y se añade una cucharada de pimentón. Se remueve bien y se añade al guiso.
Se deja hervir otra hora aproximadamente, dependiendo de la calidad de las judías, removiendo de vez en cuando y comprobando que el caldo ha ido espesando. Si no fuera así, se cogen dos cucharadas del potaje, se trituran bien y se añaden otra vez, esto ayudará a espesar el caldo. Cuando falta media hora para terminar, si se quiere se pueden añadir unas patatas en trozos.
Comentarios de los miembros:
Es malisima