¿Habrá insectos en tu menú? La Unión Europea prepara el terreno para una nueva forma de alimentarnos

No, no es un capítulo de Supervivientes. El lunes 10 de febrero de 2025, la Unión Europea autorizó la incorporación de polvo de larvas Tenebrio molitor, más conocidas como gusanos de la harina, a diversos productos alimenticios. Esta decisión marca un punto de inflexión para la industria alimentaria, que busca alternativas sostenibles a las proteínas animales. Te contamos más ;).
Una revolución alimentaria a la vista
Este harina de insectos, obtenido tras un tratamiento con luz ultravioleta, puede añadirse a productos como pan, pasta, pasteles, compotas e incluso queso. Esta medida forma parte de un movimiento más amplio para diversificar las fuentes de proteínas y reducir el impacto ambiental de la producción alimentaria. Tras la autorización de la langosta migratoria y el grillo doméstico (Fuente: Le Monde), este último paso allana el terreno para un consumo más generalizado de insectos en Europa.
Consumo supervisado y controlado
A pesar del entusiasmo de los fabricantes por esta alternativa nutricional, la normativa europea establece reglas estrictas. Todo producto que contenga este polvo debe indicar claramente en su envase: "Polvo de larvas enteras de Tenebrio molitor (gusano de la harina) tratadas con luz ultravioleta". Además, la cantidad autorizada sigue siendo limitada, variando entre 1 y 4 gramos por cada 100 gramos de producto. Esta precaución tiene por objeto enriquecer los productos con proteínas sin alterar su sabor habitual.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aprobó esta medida tras realizar una evaluación exhaustiva, concluyendo que no existen riesgos significativos para la salud. Sin embargo, las personas alérgicas al marisco y a los ácaros deberán tener especial cuidado, ya que los insectos comparten alérgenos similares.
Los consumidores tienen la última palabra
Aunque la idea de comer insectos es común en muchos lugares, sigue siendo algo marginal en Europa, donde existe una fuerte reticencia cultural. Aun así, la Comisión Europea asegura que esta práctica no es nueva, y deja en manos de los consumidores la decisión de incorporarla o no a su dieta. Será interesante ver si los españoles, tan ligados a su gastronomía tradicional, aceptan esta novedad, o si se quedará como una opción de nicho. Las estanterías de tiendas especializadas y cadenas innovadoras serán las primeras en medir la aceptación de esta fuente alternativa de proteínas. Una cosa es cierta: esta iniciativa plantea un desafío a los hábitos alimentarios europeos y podría, con el tiempo, redefinir nuestros platos...
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