En una cazuela, con tres cucharadas de aceite, pondremos a pochar una cebolla cortada muy fina, junto con un taquito de jamón serrano muy picado, y media guindilla.
Cuando la cebolla empiece a sudar, añadiremos dos dientes de ajo muy picados, junto con media zanahoria y un poco de pimiento rojo picados. Se rehoga todo bien y se deja freír hasta que quede blandito y un poco tostado. Se salpimenta.
Se añade al sofrito de cebolla medio tomate natural pelado y picado, y una copa de oporto que se deja reducir. Se tritura la salsa y se cuela.
Mientras, cortamos en trozos pequeños un kilo de calamares (para cuatro personas), salpimentándolos y regándoles con unas gotas de limón.
En una sartén a fuego muy fuerte, con una cucharada de aceite, se marcan los calamares (se va retirando el agua que vayan soltando los calamares y se va incorporando esa agua al sofrito de cebolla).
Se añaden los calamares al sofrito de cebolla que hemos triturado. Se cocinan hasta que los calamares estén blandos (si los hacemos en olla a presión, unos diez minutos desde que comience a salir el vapor).
Se retira prácticamente todo el líquido de los calamares, y se mezcla este liquido en el vaso de la batidora con la tinta de los calamares, y con una cucharada de calamares muy picados. Batimos y reservamos.
Hacemos una bechamel añadiendo una cucharada de harina a una cucharada de aceite caliente y un diente de mantequilla, incorporando poco a poco leche, y sin dejar de remover para que no se formen grumos, salpimentamos y añadimos un poco de nuez moscada junto con los calamares que teníamos sin casi nada de líquido
Abrimos un bote de pimientos de piquillo, y con la ayuda de una cucharilla, vamos rellenando cada uno de los pimientos con cuidado de que no se nos rompan, y vamos reservándolos en una fuente de horno, untada con un poco de aceite.
Horneamos los pimientos durante 10 minutos, para que se calienten, y servimos en un plato sobre una cucharada de la salsa con la tinta, muy caliente, en el fondo del plato.