En primer lugar se prepara el flan de vainilla, porque hay que dejar que se enfríe antes de seguir elaborándolo. Se pone a hervir el medio litro de leche, apartando eso sí previamente unas tres cucharadas en las que se disuelve el flan en polvo, nos aseguraremos de que no se formen bolitas.
Cuando la leche haya hervido, se retira del fuego y se le agrega el polvo disuelto y 30 gramos de azúcar. Se revuelve y se le da un nuevo hervor breve, sin dejar de revolver. Se deja enfriar el flan, en lo posible cubriendo el recipiente para que no se forme una costra.
Llega el momento de preparar la masa. Para ello se mezcla la harina, la mantequilla (fría y cortada en trocitos muy pequeños), el azúcar, los polvos de hornear, el huevo y el azúcar con vainilla y se amasa ligeramente, hasta que se forme una masa quebradiza.
Enmantequillar un molde. Extender la masa en una superficie enharinada y ponerla luego en el molde, levantando los bordes. Pinchar la masa varias veces con un tenedor.
Pasamos al relleno: se mezclan todos los ingredientes (requesón, harina, azúcar, huevo, jugo y ralladura de limón), con la pizca de sal y el azúcar con vainilla. Se le agrega tanta leche como sea necesaria para conseguir una masa suave.
Para preparar la capa superior, se bate el resto del azúcar (200 gramos) la mantequilla y las yemas de huevo hasta que quede una mezcla espumosa. A ella se agrega el flan de vainilla, cucharada tras cucharada, revolviendo.
Batir las claras a nieve con el azúcar con vainilla y añadirlas a la crema cuidadosamente, sin revolver ni batir.
Poner la pasta de requesón o ricota sobre la base, y sobre ella la crema.
Hornear en horno precalentado, a 200 grados, durante 10 minutos. Luego se baja la temperatura a 175 grados y se sigue horneando aproximadamente 80 minutos. Si se dora demasiado la superficie, se puede cubrir con papel mantequilla.