Precalentamos el horno a la máxima temperatura. Escurrimos las peras de su almíbar y reservamos éste.
Preparamos el molde: en este caso he utilizado una fiambrera metálica normal y corriente, forrada de papel de aluminio. Para forrarla, utilizo el truco que me enseñó mi madre: la forro primero por fuera y luego sin que el papel pierda la forma, ya es muy fácil forrarla por dentro.
La engrasamos con un pincel con cuidado y vertemos dos cucharadas del almíbar de las peras en el fondo y espolvoreamos el azúcar moreno, distribuyéndolo bien.
Colocamos las peras (todas o parte, según nuestro molde sea más o menos grande) con la parte cortada hacia abajo y la más ancha mirando al borde del molde.
Ahora vamos a preparar la masa. Como siempre, en un bol grande unimos y mezclamos bien los ingredientes secos: harinas, azúcar blanco, levadura, bicarbonato y a continuación añadimos los ingredientes líquidos, salvo las claras. Exactamente: 3/4 de taza del almíbar de las peras, la esencia de vainilla y el jarabe de arroz u otro endulzante equivalente que uséis (miel, jarabe de arce, melaza) Mezclamos muy bien, a fin de que cuando añadamos las claras tengamos que remover lo menos posible.
Montamos las claras a punto de nieve con un poco de sal y las añadimos a la masa con movimientos envolventes de abajo a arriba. Vertemos la preparación sobre las peras y ya podemos hornearlo. Si es en horno normal, 35 minutos a unos 180 grados, comprobando al final si un palillo introducido en el centro sale seco.