Son sencillas de preparar y ofrecen muchísimas combinaciones. Aquí os mostraré solo dos formas de presentarlas, una de ellas sobre hojas de rúcula y coronadas con huevas de trucha y la otra con el queso Boffard en forma de milhojas.
Limpiamos bien las sardinas quitándoles las tripas, la cabeza y las espinas. Sacamos los dos filetes. Los pasamos por agua fría y los secamos con papel de cocina.
En un recipiente amplio, ponemos los filetes con la piel hacia abajo y sin montar uno encima de otro. Picamos la cebolla y el perejil en trocitos pequeños. Reservamos.
A continuación mezclamos abundante aceite con el resto de ingredientes y lo echamos sobre las sardinas.
Las dejamos macerar 24 horas en el frigorífico.
Nota: es aconsejable congelar las sardinas recién compradas como mínimo 24 horas por el anisakis.
Nunca había hecho ni comido las sardinas marinadas. Las había visto por ahí en varias recetas y ensaladas y como suele ocurrir en estos casos aparcas la receta hasta que te vuelves a acordar y al fin la haces. Fue casualidad que las probé el mismo día que las hice pero no fueron las mías. Os cuento, en el taller del queso Boffard al que asistí, Joaquín Felipe las llevó ya marinadas para hacer un milhojas con el queso, que por cierto estaba buenísima la combinación de las sardinas y el queso. Yo las hice por la mañana y las probé por la tarde, pero no las mías.
Comentarios de los miembros:
Es muy parecido a los boquerones en vinagre