Cortar la parte amarilla del limón, desechando lo blanco para que no amargue. Ponerlo en una vasija que sea grandecita, añadir el zumo de los limones exprimidos y el azúcar. Batir con la batidora y agregar el agua. Seguir batiendo.
La cantidad de agua que se le ponga va a variar según el punto de acidez que nos guste, es cuestión de ir probando hasta que quede en su punto.
Meter en el congelador, cuando empiece a cristalizar lo movemos y volvemos a congelar, volvemos a mezclar y congelamos. Sacar cuando veamos que está en su punto de cristalización.
Aprovechando que tenía muchos limones, lo que he hecho es hacer una cantidad mayor y repartirlos en botes de cristal grandes sin llenarlos de todo para que el cristal no explote al congelarlo.
Los he congelado y conforme me van haciendo falta los saco del congelador un rato antes de consumirlos y así siempre tengo limón preparado.
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Guauuu