En un recipiente amplio y resistente al calor, pongo los dos ingredientes secos, la harina y el azúcar, y remuevo hasta que estén bien mezclados.
El aceite lo pongo en un cazo al fuego hasta que esté muy caliente, pero muy caliente, ojo, que no se queme, y lo echo sobre la mezcla anterior. Así se carameliza el azúcar que está mezclada con la harina.
La negrita en el párrafo anterior indica donde está la gran diferencia sobre todos los leídos, vistos y comparados, la importancia de "la calentura" del aceite.
Cuando estos tres elementos están bien incorporados, añado el aguardiente y sigo trabajando todo hasta que esté con una consistencia adecuada para formar las bolitas.
Con las bolitas de masa se hacen, o mejor dicho, se estiran un poco y se les da forma de rosquilla.
Poner en una placa de horno donde se cuecen a 170º.
Recién sacados del horno se pasan por azúcar blanquilla o glasé, y eso es todo, alucinantes estos dulces, con una textura tan especial como sorprendente.
Comentarios de los miembros:
Buenisimos
Los mejores del mundo!!! doy fe!!