Lo que me gusta de este postre, es la masa quebrada, nada dulce y aromitazada con romero que admite muchas variaciones. Usé kiwi, pero también se pueden poner higos frescos, melocotón, nectarinas, ciruelas claudias... o una mezcla de todas ellas.
En una sartén, tuesta los piñones a fuego medio. Reserva. Vamos a hacer la masa quebrada. Mezcla harinas, sal, azúcar y romero en un cuenco. Añade la mantequilla fría en trozos. Tríturalo todo con dos cuchillos hasta que parezcan migas. Añádele agua fría, primero una cucharada, si hace falta otra, etc.
Hasta obtener una pasta homogénea que no se pegue a las manos. Hay que manosear lo menos posible. Haz una bola, envuélvela en papel transparente y deja que repose en la nevera por lo menos una hora. Mientras tanto, haz el relleno: mezcla yogur, queso, ralladura, azúcar y sal. Reserva.
Enciende el horno a 200ºC. Prepara un molde con mantequilla y harina. Espolvorea la superficie de trabajo con harina y extiende la masa quebrada. Cubre el molde con la masa, pasando el rodillo por encima para quitar la masa sobrante:
Cuécela durante unos 30 min., hasta que esté dorada. Una vez fría, rellénala con la crema de queso y yogur. Reserva en la nevera. En un cazo pequeño, pon la mermelada y la miel a calentar a fuego medio. Deja que cocine unos minutos. Reserva.
Corta los kiwis en rebanadas. Colócalos sobre la crema de queso, extiende la mezcla de miel y mermelada y espolvorea todo con los piñones. Sirve bien fría: un bocado de verano.