Del fermento : Poner todos los ingredientes para el fermento en un cuenco grande y mezclarlos múy bien con una espátula. Cubrir con un paño limpio y dejar reposar en una zona templada alejada de las corrientes de aire durante tres horas.
De la masa : Poner la harina en un cuenco grande y demenuzar encima la levadura con los dedos. Añadir el resto de los ingredientes y mezclar bien hasta que todo esté integrado. Volcar lo anterior sobre la mesa de trabajo e ir trabajando la masa, al principio se nos pegará en los dedos pero conforme la vayamos trabajando se irá volviendo más elástica y al cabo de unos 20 minutos veremos que está lista. Formar una bola con la masa y dejar reposar una hora dentro de un cuenco enharinado y tapado con un paño. Enharinar la mesa de trabajo y volcar la bola; aplastarla un poco con la mano y volver a hacer una bola.
Colocar en el cuenco de nuevo y dejar reposar tapada una hora más. Enharinar la mesa de trabajo y hacer porciones con la masa de unos 80 gramos en forma de bolita; colocar cada una de las bolitas en una fuente de horno previamente engrasada bastante separadas unas de otras, ya que engordan mucho. Cubrir la bandeja con un paño y dejar así unas tres horas hasta que doblen su tamaño original. Preparar el glaseado calentando al leche con el azucar hasta que esta se haya disuelto completamente y con un pincel y mucho cuidadito ir pintando los bollos antes de meterlos al horno.
Precalentar el horno a 180º con calor arriba y abajo. Introducir la bandeja en la parte media del horno durante 20 minutos o hasta que veamos que están doraditos por arriba y por abajo.
Sacarlos de horno y pincelarlos de nuevo con la leche azucarada. Una vez hechos y frios espolvorear con azucar glass.