Lavar muy bien los limones para quitar cualquier resto de suciedad o de la cera que muchas veces les ponen para que brillen. Cortarlos en cuatro trozos desde la punta hasta la base pero sin que lleguen al final para que no se dividan, tienen que quedar abiertos como una flor.
Abrirlos e introducir una cucharada de sal en cada limón, luego cerrarlos y colocarlos, bien apretados, en un recipiente. Iremos añadiendo una cucharada de sal colmada entre cada capa de limones que coloquemos y otra al final.
Ponemos a hervir agua, la cantidad dependerá del tamaño del recipiente que estamos usando y teniendo en cuenta que tienen que quedar bien cubiertos. La dejamos enfriar.
Añadimos al recipiente el zumo de limón y rellenamos hasta arriba con el agua hervida.Cerrar bien y guardar en un lugar seco, fresco y oscuro durante un mes. Durante la primera semana, agitaremos la conserva todos los días para que la sal se vaya disolviendo y repartiendo uniformemente por todos los limones.
A partir del primer mes, ya podemos utilizarlos como condimento de nuestros platos, conservándolos en la nevera una vez abiertos. No se nos olvide que hay que enjuagarlos bien antes de su uso.