Cortamos los champiñones en láminas finas y los hacemos en la plancha con un poquito de aceite. Parecerán muchos, pero cuando estén hechos veremos que el espacio que ocupan es mucho menor.
Mientras se van haciendo lentamente, ponemos en un plato una rebanada de pan, una de queso, una de jamón, otra de queso, los campiñones, la otra loncha de jamón y para finalizar, la rebanada de pan.
Batimos los huevos y les agregamos 6 cucharadas de leche. Esto sirve para diluirlos y que se empape mejor el pan. Entonces cogemos los sánwich uno por uno, los rebozamos en esta mezcla y los hacemos en una sartén en la que echaremos una cucharada de aceite, la cantidad necesaria para evitar que se peguen. Así no quedarán demasiado grasientos.
Lo dejamos en la sartén a fuego medio para que coja temperatura por dentro y se dore por fuera. Cuando adquiera un tono marrón-dorado, estará listo para servir. Podemos acompañarlo con unas patatas fritas o, si preferimos una opción más ligera, con una pequeña ensalada.