Estamos en plena temporada de mandarinas. Es una de mis frutas preferidas y sin duda la que más me gusta en invierno; son un vicio, como estén ricas, puedes comerte varias del tirón sin enterarte, como las pipas pero en mejor porque, encima, están llenitas de vitamina C, de fibra y de zumo que te quita la sed.
Trituramos las galletas en la picadora. Cuando estén trituradas, echamos la cucharada de mantequilla y volvemos a triturar para que se mezcle bien. El resultado es una pasta ligeramente arenosa con la que forraremos el fondo de los vasitos donde lo vayamos a servir, presionando ligeramente con los dedos para compactarla. Reservamos en el frigorífico mientras preparamos la crema de mandarina.
Lavamos bien las mandarinas y rallamos la piel. Reservamos. Pelamos las mandarinas y les quitamos las fibras más gordas y las pepitas, si hubiera alguna. Echamos los gajos enteros en un bol junto la la leche condensada y la ralladura de mandarina. Batimos bien hasta obtener una crema homogénea y muy fina. Mezclamos después con el queso mascarpone, con unas varillas o de nuevo en la batidora. Sacamos las copas del frigorífico, rellenamos con esta crema y dejamos enfríar de nuevo. Se sirve recién sacado del frigorífico. Muy frío está mucho más rico.
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