No puede haber Semana Santa ni Carnaval sin un buen plato de torrijas. Este año nos hemos animado por las que van bañadas en vino blanco de canela. Buenísimas.
Para hacer las torrijas es fundamental seleccionar un pan que tenga poca corteza y mucha miga, un pan de rodaja gorda. Compramos el pan el día antes de que vayamos a elaborarlas torrijas en casa para que se quede un poco duro.
En una olla ponemos el litro de leche con la cucharilla de extracto de vainilla y lo calentamos, sin que llegue a hervir. Cuando esté templado apagamos y metemos dentro las rodajas que habremos cortado de pan, de unos dos centímetros aproximadamente. Dejamos un par de minutos y con cuidado les damos la vuelta. Dejamos dos minutos más.
Ponemos una sartén con abundante aceite a calentar, que esté caliente pero que no humee.
Sacamos las rodajas de pan de la leche, las escurrimos un poco y las pasamos abundantemente por los huevos que hemos batido previamente. Las doramos por ambos lados bien y las sacamos a escurrir sobre un poco de papel de cocina. Todavía calientes las espolvoreamos con una mezcla abundante de azúcar y canela. Dejamos enfriar a temperatura ambiente.
Aquí ya tendremos hechas las típicas torrijas de toda la vida, simplemente emplatamos con un poco de azúcar y canela y disfrutamos.
Para hacer el vino de canela ponemos en una olla el vino con el vaso de agua y añadimos los demás ingredientes: azúcar, clavos de olor, palo de canela y la piel de una naranja. Llevamos a ebullición durante cinco minutos.
Todavía caliente el vino, metemos las torrijas en la olla y dejamos que se empapen del vino al menos un par de horas.
Para emplatar servimos las torrijas acompañadas de un poco de azúcar y canela y un par de cucharadas por encima del vino blanco.
Un dulce ligero del condado de Huelva o un cava brut serán dos perfectos compañeros de este estupendo y riquísimo plato.
Esperamos que os hayan gustado mucho y que hayáis tenido un feliz y dulce fin de semana :)