Los trucos que necesitas para freír croquetas perfectas y evitar que exploten
Petitchef

En el universo culinario español, pocas cosas despiertan tanta devoción como una buena croqueta. Este pequeño bocado, capaz de transformar las sobras del día anterior, ya sea la carne de un cocido o los restos de un pollo asado, en un manjar digno de ovaciones. Reina en las mesas de bares, restaurantes y hogares. ¿Qué tiene la croqueta que provoca unanimidad entre los más exigentes gourmets y los comensales menos pretenciosos? La respuesta está en su alquimia: un relleno cremoso, a base de bechamel, que se funde en cada mordisco, envuelto en una corteza dorada y crujiente que las vuelve casi adictivas.

Pero tras ese resultado celestial hay una trampa que amenaza incluso a los más experimentados: el crucial momento de la fritura. Puede parecer sencillo, pero es ahí donde muchas croquetas encuentran su destino más trágico. Bastan unos segundos en el aceite para que la ilusión de un aperitivo perfecto se haga añicos, literalmente. Explosiones inesperadas que dejan el relleno flotando como naufragio en un mar de aceite, convirtiendo la emoción en frustración.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué hacemos mal? Si bien las croquetas nacieron para conquistarnos, también nos ponen a prueba. Como guardianes de su perfección, es nuestro deber aprender a domar el proceso, especialmente ese último paso crucial. Hoy desvelaremos los trucos que aseguran que tus croquetas sobrevivan intactas al momento de la verdad. Porque sí, freír croquetas es todo un arte, y con las técnicas adecuadas, puedes dominarlo.