En una cazuela de barro un poco honda o de porcelana resistente al fuego se pone el aceite a calentar. Cuando está caliente se rehoga el bonito, sin piel ni espinas y cortado en taquitos como de 2 cm.
Una vez algo dorado se retira y se reserva. En el mismo aceite se echa la cebolla pelada y muy picada. Se revuelve con una cuchara de madera hasta que esté dorada (unos 6 a 8 minutos), se añaden entonces los tomates, pelados, quitadas las simientes y picados (yo echo siempre tomate triturado).
Se les da unas vueltas y se les añade las patatas cortadas en rodajas algo gruesas y se cubre todo con agua. Se sala moderadamente.
En el mortero se maja los dientes de ajo con el perejil. Se disuelve con un par de cucharadas del caldo de cocer las patatas y se agrega al guiso, así como el laurel y la guindilla.
Se mezcla bien y se deja cocer a fuego muy lento durante unos 30 minutos. Se añade entonces la pastilla de caldo y machacada, los guisantes, el pimiento cortado en tiritas finas o en cuadraditos y el bonito. Se deja cocer todo junto 10 minutos más y se sirve en su misma cacerola de barro.