Hoy os traigo una de mis raciones favoritas, lo único es que en algunos bares no la saben cocinar bien y en otros están muy caras, pero para subsanar estos dos defectos, lo mejor es que la cocinéis en casa como más os guste y mucho más económicas.
Si las gambas están congeladas lo más importante es descongelarlas y retirarles todo el agua. En una sartén ponéis el aceite y las dos pimientas de cayena. Cuando esté caliente añadís los dientes de ajo laminados. Tened mucho cuidado de que no se os quemé el ajo, ya que eso estropearía el plato.
Cuando el ajo está doradito echáis las gambas que previamente habréis salado y las dejáis unos tres minutos hasta que veáis que cambian de color, pero no las dejéis mucho, ya que enseguida se pasan. Para los que no sois amantes del ajo podéis retirarlo, ya que con el rato que lo habéis tenido ya ha dado gusto al aceite, pero lo bueno del plato es que se quedé en él por si alguien quiere comérselos.
Tras tener cocinadas las gambas se echan a una cazuela de barro y ya están listas para comer. Mi madre por ejemplo las cocina directamente en una pequeña fuente de barro, pero a mí personalmente me gusta más cocinarlas en la sartén y luego trasladarlas al recipiente de barro.