Empezaremos tamizando la harina, para ello, añadimos la harina en un colador y añadimos también 2 cucharaditas de jengibre en polvo, 1 cucharadita de canela en polvo y un cuarto de cucharadita de nuez moscada y lo tamizamos. Una vez que tenemos todo tamizado, le añadimos una pizca de sal y mezclamos para que se integre.
Ahora en otro recipiente añadimos el azúcar moreno y la mantequilla. Si no tenéis azúcar moreno no pasa nada, podéis utilizar el azúcar blanco de toda la vida. Lo mezclamos bien hasta conseguir un pasta homogénea y blandita.
A continuación añadimos un huevo y lo mezclamos hasta que se integre bien. Un a vez integrado el huevo, añadimos la miel y mezclamos. A continuación vamos a ir incorporando la harina poco a poco, mezclamos bien hasta que se integre la harina y volvemos a añadir más harina y así hasta terminar con toda la harina.
Ponemos la masa en una superficie de trabajo para poder amasarla mejor, si veís que la masa os ha quedado un poco blanda pues le vamos a añadir un poco más de harina y la amasamos. Y al final no deberá quedar una masa como esta, compacta y que no se nos pegue en las manos.
Ahora yo voy a partir la masa en 2 partes y las cubrimos con papel film. Una de las mitades la voy a congelar para utilizarla otro día y con la otra mitad haré las galletas para esta receta. Así que una de las mitades la guardo en el congelador y la otra la guardo en la nevera durante al menos un par de horas.
Pasadas unas horas, sacamos la masa de la nevera y con la ayuda de un rodillo la estiramos, dejaremos un grosor de unos 3 o 4 milímetros aproximadamente. Aquí tengo un molde de unos muñequitos, pero vosotros podéis utilizar el molde que tengáis a mano. Colocamos el molde sobre la masa y presionamos, quitamos el excedente y con cuidado vamos dejando los muñecos sobre una bandeja de horno. Y con la masa que nos ha sobrado la reutilizamos. La volvemos a amasar, la estiramos y con el molde hacemos los muñecos. Repetiremos la operación hasta terminar con la masa.
Ahora metemos las gelletas en el horno, que debe estar previamente precalentado. Las meteremos durante unos 12 minutos a 180º grados centígrados o hasta que veáis que empiezan a dorarse. Pasado ese tiempo, las sacamos del horno y dejamos que se enfríen.
Mientras las galletas se enfrían, vamos a preparar la glasa real, para ello, en un recipiente amplio añadimos la clara de un huevo y la batimos hasta que coja un color blanquecino y empiece a espumar. Después vamos a ir incorporando el azúcar glas poco a poco. Cuando ya tenemos todo el azúcar glas incorporado, vamos a añadir un chorrito de zumo de limón, más o menos son como dos cucharadas de zumo. Colaremos el zumo para que no caigan ni la pulpa ni las semillas. Volvemos a batir para incorporar el zumo y nos debería quedar una textura cremosa ni muy ligera ni muy espesa.
Ahora metemos la glasa en una manga pastelera con una boquilla lo más fina posible. Nos ayudamos de un vaso alto para que nos sea más cómodo.
Y ahora que las galletas ya se han enfriado, procedemos a decorarlas con la glasa.