En una sartén o cacerola ponéis el aceite a calentar y añadís los dientes de ajo cortados en rodajitas. Antes de que tomen demasiado color, osea antes de que se os quemen, echáis los taquitos de bacon y la guindilla. El hecho de pincharla en un palillo es para que una vez estén cocinados los champiñones, la podáis retirar de la cazuela sin ningún problema. De lo contrario, es muy fácil llevarla a la boca al confundirla con un ajo tostado.....y eso pica!!
Bueno, unas cuantas vueltas para que el bacon se tueste ligeramente y añadimos los champiñones laminados. En el mercado encontraréis bandejas de champiñones frescos enteros o laminados. Si tenéis tiempo y ganas, los compráis enteros, pero normalmente traen la parte terrosa del pie que hay que cortar y limpiar muy bien. Así que os aconsejo que para empezar os hagáis con los que vienen ya cortados, además la diferencia de precio no es excesiva y trabajo que os ahorráis..
Damos unas vueltas a los champiñones y veréis como empiezan a soltar agua y a cambiar de color. Unos 5 minutos de rehogue son suficientes. Ahora viene la parte más delicada. Abrís el botellín de cerveza y le ponéis más o menos medio vaso a la cazuela. Bajáis el fuego y dejáis cocer destapado durante unos 10 minutos. La cerveza que os queda en el botellín os la podéis tomar mientras se cocinan los champiñones, porque si la guardáis perderá el gas y la verdad, es una pena...