Salpimienta bien la pieza de carne. Pon una sartén a fuego fuerte con un poco de aceite. Añade el trozo de carne y dóralo bien por todos los lados.
El fuego tiene que estar bien fuerte, lo importante es que se dore por fuera, luego lo terminaremos en el horno. Precalienta el horno a 180 grados.
Cuando la carne esté bien dorada, pon en un recipiente para horno un poco de aceite e incorpora la pieza de carne encima.
Hornea a 180 grados durante 15-20 minutos, saca y deja reposar.
A mi no me quedó rosada la carne, esto es porque estaba en otras cosas y apagué el horno y dejé reposar la carne dentro durante 30 minutos.
Mientras haz la salsa. Pon la soja, miel, agua y pastilla de caldo en una cacerola y hiérvelo. Luego, cuando la sartén en donde hemos dorado la carne aún está caliente, echa la salsa encima y despega todo el dorado que ha dejado la carne.
Y si, además, al sacar la carne del horno ves que ha soltado jugos, incorpóralos a la salsa. No sales la salsa, con la pastilla es suficiente.
Espesa la salsa con un poco de maizena diluida en agua fría. Recuerda que empezará a espesar cuando hierva.
Ve añadiendo de poco a poco hasta que la consistencia esté a tu gusto. Para hacer el puré de fresas, pon éstas en un vaso de batidora junto con las almendras y un chorrito de aceite de giralol y sal. Tritura.
Si tienes higos, simplemente pártelos por la mitad y dóralos en una sartén por la parte de la piel. Sírvelos tal cual junto con la carne.
Corta la carne en láminas finas y sírvela con la salsa y el puré de fresas. Si además acompañas con arroz o puré de patatas, de lujo.
Haz la prueba, el contraste de la salsa potente de carne con el cítrico y dulce de la fresa es muy rico.