Madre mía cuantos años hace que yo no comía manitas de cerdo con eso de mi régimen prusiano contra el colesterol. Según he leído lo bueno por su alto contenido en vitamina B1, el consumo de las manitas de cerdo, ayuda a superar el estrés y la depresión.
En la olla rápida se ponen las manitas bien lavadas y los pelos quemados con el soplete o con la llama de la cocina de gas. Se cubre la olla de agua y se echan los clavos, la pimienta y la hoja de laurel.
Se cierra la olla y cuando sube la segunda anilla naranja se cuenta 20 minutos si os gustan muy blandas o 15 si menos. A mi me gustan un poco enteras por lo que me pasé con los 20 minutos, la próxima vez los dejo 15 minutos a ver que tal. Se deja enfriar.
A mi me gusta dejar enfriar el agua de cocer las manitas de un día para otro para desgrasar todo lo posible.
Pero tenéis que tener cuidado de no dejar enfriar demasiado porque se forma una gelatina en la que es más difícil quitar la grasa con la rasera que es como lo hago yo.
Para la salsa: En una cazuela con aceite se frien los ajos, las almendras y el pan.
Cuando está frito se hecha al robot de cocina junto con el pimentón, el perejil, los granos de pimienta y sal. Se tritura todo bien.
Esta pasta se vuelve a poner en la olla con algo de aceite y 2 hojas de laurel. Se frien bien de nuevo. Se echa las 3 cucharadas de tomate frito, se mezcla durante 1 minuto y se echa el vasito de vino blancon. Se deja hervir como 1 minuto de nuevo.
Recordar hacer esta salsa en una olla grande llana porque luego al echar las manitas se te puede quedar pequeño.
Después de dejar hervir el vino, echamos como 3 cazos del caldo de cocer las manitas que estará todo gelatinizado pero al hecharlo a la olla se va licuando. Echar las manitas y dejar que reduzca la salsa.