Lo primero que hay que hacer es quitarle las barbas a los mejillones y ponerlos en una olla al fuego, tapada, para que se abran al vapor. Cuando se abran, retirar.
Mientras se enfrían los mejillones, poner el aceite en una olla, incorporar la cebolla picada y sofreír hasta que esté doradita. Incorporar el chorrito de brandy. Dejar que evapore el alcohol y añadir la harina. Remover.
Ir añadiendo la leche, poco a poco, hasta formar una masa parecida a la de las croquetas. En función de la consistencia que le demos nos quedarán más ligera la masa al freírla o más dura. Así como, cuanto más cocinemos la masa, más suave y rica estará. Mientras, sacar los mejillones de la concha, picarlos y añadirlos a la masa.
Poner en cada concha un poco de masa con una cuchara. Llevar a la nevera para que enfríe antes de empanarlos. Tras unas horas, sacar, pasar por harina, huevo y pan rallado y freir en aceite caliente.