Comenzamos cortando la parte de la piel del magret en cuadrados y lo pasaremos por la plancha para obtener su grasa en una sartén, sin llegar a cocinar la carne.
La reservaremos y la uniremos a la miel y salsa de soja para obtener una salsa. La receta dice que tengas grasa de pato comprada, pero no teníamos y después de dos horas en el río nos dimos cuanta que era muy difícil que se dejasen coger vivos.
Con la salsa de la grasa, la miel y la salsa de soja pintaremos el magret. Así mismo mientras dura su asado iremos dandole la vuelta de vez en cuando y volveremos a pintar.
El punto que más os guste, pero que quede bien dorado por fuera, casi crujiente, como caramelizado.
Prepararemos un poquito de salsa, de nuevo con miel y soja, pero acompañada esta vez con unas gotas de vinagre para desendulzar un poco el resultado.
Cortamos el magret en lonchas finas y los servimos acompañado de cebolleta en juliana, la salsa y unas tortillas de trigo, por ejemplo las típicas mejicanas, de tamaño pequeño. Se toma poniendo en cada tortita un poco de cada ingrediente.