Este bizcocho es de lo más refrescante. La lima le dá un toque espectacular y el contraste de sabores con el chocolate le encaja a las mil maravillas.
La piel de la lima ya le dá un toquecillo verde precioso y aunque yo no soy partidaria de usar químicos en los bizcochos, en esta ocasión y, por el toque estético exclusivamente, le pongo unas gotas de colorante verde. Mas bién pocas, unas 5 gotas, que tampoco necesita más.
Encendemos el horno a 180º, rallamos la piel de las limas y exprimimos el zumo. Reservamos.
Mezclamos en un recipiente la harina y la levadura y lo pasamos por un tamiz. Añadimos las pepitas de chocolate y el calabazate confitado a trocitos. El calabazate, o calabaza confitada, a mí me encanta. Desafortunadamente solo lo encuentro en época de Navidad y, a veces, en Lidl, en la seccíon de productos para elaborar repostería, es de su propia marca Belbake, pero no siempre lo hay.
Con las varillas eléctricas, batimos los huevos y el azúcar hasta que doblen el volumen y le añadimos la piel de las limas rallada, el zumo, el aceite, el yogur y unas gotas de colorante verde. Mezclamos bien y juntamos con la harina. El colorante verde realmente no es imprescindible, la lima, ya de por sí, le va a dar al bizcocho un poco de color verde. Pero con unas gotas de colorante queda precioso el contraste con el chocolate. Volcamos en un molde alargado, engrasado y espolvoreado con harina, y horneamos durante 30 minutos.
Hacemos la cobertura de chocolate poniendo todos los ingredientes en un cuenco y metemos al microondas durante 50 segundos a máxima potencia. Desmoldamos el bizcocho y lo cubrimos con el chocolate y decoramos con un poco de calabazate confitado.
Si tienes la Thermomix, puedes hacerlo así: Pelas las limas y pones las cáscaras en el vaso junto al azúcar. Lo glaseas todo junto unos segundos en velocidad 10. Añades los huevos y programas 4 minutos, 40º y velocidad 4. Cuando pare, añades el aceite, el yogur, el zumo de las limas y el colorante. Mezclas unos segundos en velocidad 4 y vuelcas este batido en el recipiente que contiene la harina. El resto de la receta se continúa igual.